La conciencia uncida a la carne by Susan Sontag

La conciencia uncida a la carne by Susan Sontag

autor:Susan Sontag [Sontag, Susan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


Soy una «cabeza decisoria». Generalizo a partir de mi experiencia. Mi fuente principal de autoestima es que puedo decidir y actuar (obligarme), incluso cuando no quiero hacer algo. Mantengo el «control» de mí misma. Función de la inteligencia: la propia superación.

Carlotta es una «esporádica» — poco tejido conjuntivo causal entre los actos (las declaraciones). No se siente obligada por sus «intenciones».

Hace un mes le dije a Don [Eric Levine]: estar enamorada implica estar dispuesta a hundirse por alguien. ¡Pero no ahora! Mi definición del amor en París fue generosidad espectacular (absoluta).

La perspectiva de mi vida es previsora.

Carlotta nunca diría de una acción suya que se trata de un «error», pues no se ve a sí misma actuando sobre la base de un juicio compuesto de cálculos — sino sólo sobre la base de sentimientos y capacidades. Los sentimientos no pueden equivocarse. Algo que haya hecho puede ser malo — o triste — pero no un error. — A menudo califico mis acciones de erróneas porque supongo que un elemento de juicio deliberado, evaluativo (¿es eficaz?, ¿cuáles son sus consecuencias a largo plazo?) participa debidamente en mis acciones decisorias.

Carlotta no está presa en un problema de ambivalencias — como a menudo le ha sucedido a Eva. Opera entre las violentas oscilaciones del péndulo, pero no porque profese, digamos, sentimientos ambivalentes hacia Beatrice [amante de Carlotta Del Pezzo cuando conoció a SS], que la llevan a inclinarse por mí, para luego sentir ambivalencia que la lleva a volver a Beatriz, y entonces desearme de nuevo, etcétera. ¡No es ambivalente respecto de ninguna de las dos!

A Carlotta no se le reconoce todo el mérito (recibe los beneficios de la autoestima) de su heroica renuncia a la heroína. No: la dejé, por lo tanto… sino: me fue posible dejarla.

Que Beatrice fuera «china» permitía a Carlotta sentirse segura. Soy amada, pero no demasiado — de una manera no demasiado expresiva, demasiado posesiva, demasiado inquisitiva.

Uno de los factores psíquicos de más peso en favor de Beatrice: C. se siente agradecida, en deuda con ella — por sentirse «mejor» estos últimos cuatro años. Al parecer así es. Beatrice sin duda habrá sido buena con ella. Pero también es cierto que Beatrice alienta — promueve — sutilmente (¿no tan sutilmente?) en Carlotta este sentimiento de obligación. Sus comentarios en nuestra conferencia cumbre del Hotel Santa Lucia de Nápoles el 1 de agosto: «He dado a Carlotta cuatro años de mi vida» — «¿Te das cuenta de su fragilidad?»

Una vez, en Milán, le dije a C.: «¿No te das cuenta de que eres la autora de tu vida?». Me respondió que no era cierto.

15/2/70

Las funciones del seminario que he mantenido sobre C. esta semana con Stephen, Don, Eva, Joe [Chaikin], Florence [Malraux]: erigir una estructura de conocimiento (cosmovisión comparada, conciencia comparada) para sobreponerme al dolor, la ansiedad, la esperanza ilusoria — para determinar una estrategia (albergar esperanzas «realistas», no cometer errores) — para sentir dominio (mediante un esfuerzo de la inteligencia) y contrarrestar la derrota emocional, la sensación de



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